La historia de los mojones parece ser que empieza hace cerca de 6000 años en que los primeros cazadores decidieron asentarse y tratar de cultivar la tierra. A partir de la convivencia continua aparecieron los primeros conflictos en razón de la posición más o menos privilegiada o estratégica del territorio que se intentó delimitar con referencias visibles.
Nació el sentido de la propiedad privada y con ella la necesidad de poner todos los medios que tuvieron al alcance para preservarla. Lo que más a mano tenían eran las piedras, a las que colocaron a la vista de todos formando circulos o líneas imaginarias marcadas por las piedras.
Si la finalidad era señalizar los límites de un país, una propiedad señorial o eclesiástica, se colocaba preferentemente en los bordes de un eje de comunicaciones y contenía información para los viajeros bien para saber si el camino por el que iban era el deseado o para saber a qué distancia se encontraban de su destino.
Existe una variedad infinita de mojones, siendo el más antiguo conocido el menhir. Esta piedra vestigio indiscutible de un antiguo pasado podía estar más o menos labrada o más estudiada su estructura, pero la labor era siempre la misma.
Podemos encontrar también las cruces, raras curiosidades propias de ciertas regiones que fueron ocupadas por los templarios indicando los límites del pago de la dime, que puede ser la piedra a la que se le ha dado forma de cruz o la cruz tallada en la piedra.
Podemos ver que también se utilizan para delimitar una ruta que muchos seguidores van a estar interesados en encontrar fácilmente, a pesar de que este de la izquierda tiene un diseño más actual.
Incluso hay países que se preocupan de mantener las tradiciones y hacer que la señalización de la carretera Nacional 772 y que indica a qué distancia se encuentran Messac y Bain de Bretagne tengan su aire retro, casi como quien pudiera esperar a Obélix y Astérix en el camino.
Evidentemente nada que ver con los diseños actuales que vemos en prácticamente todas las autopistas y carreteras pero no tendrán nunca el encanto de las anteriores y por supuesto su vida será tan efímera que no podrán estudiarlas futuras generaciones.
Estas que son actuales indican el número de la carretera y el punto kilométrico, cuestión muy importante en el caso de tener que avisar de una incidencia, accidente o suceso especialmente si uno se encuentra en un lugar no demasiado conocido y no se acuerda por qué pueblo acaba de pasar.
Y luego tenemos la señalización de autopista y autovía que está colgada de un arco normalmente de acero y a una altura suficiente para que sea vista desde mucha distancia.
Por último podemos encontrarnos arcos como los anteriores desde los que penden carteles luminosos con información del momento que si nos fijamos pueden advertirnos de atasco, accidente, etc. de manera que si todavía estamos a tiempo podamos salir y no quedarnos en la situación que no queremos; el problema de estos carteles es que la información se da desde la sala de control de tráfico y se visualiza desde las cámaras que pueda haber a lo largo de la carretera, con lo que a veces no resulta tan real.
