Un mecánico amigo de toda la vida me contó que en cierta ocasión un profesor de autoescuela le llamó para que fuera a tal y tal sitio con la grúa a fin de recogerle, que el coche se había quedado tirado.
Llegó al lugar y se encontró a dicho profesor con cara de "¿por que no me habré quedado hoy en cama?", "¿qué he hecho yo para merecer ésto?" y "¿porqué no me hice funcionario como quería mi padre?" todo a la vez. Y a su lado un señor de una cuarentena de años, alto, fornido, recio, cachas, pero temblándole todo su cuerpazo, desde las pestañas hasta el dedo meñique del pie izquierdo que es el del embrague.
El coche aparentemente no tenía signos de rotura, pero al preguntarle lo que le pasaba, el profesor sacando fuerzas de flaqueza empezó el relato:
- Pues nada, que aquí "Fulanito" hoy ha pasado el examen, y él de por sí es muy nervioso, pero hoy se ha puesto mucho más nervioso; yo he intentado calmarle todo lo que he podido...,pero cuando el examinador le ha dicho que podía incorporarse a la circulación ha puesto el motor en marcha, ha quitado el freno de mano, ha señalizado correctamente, ha pisado el embrague y..........SE HA QUEDADO CON LA PALANCA DE CAMBIO EN LA MANO, LA HA ARRANCADO DE CUAJO. Así que el examinador se ha ido y nosotros te estamos esperando.¡¡Ay...!!
El mecánico me dijo que había sido la primera vez en su vida que había tenido que ir a recoger un coche en tal situación y tener que hacer un tipo de reparación de tamaña envergadura.
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