Hace ya muchos años que empecé a dar clases de teórica y de práctica. En aquella época las cosas eran muy distintas, no me atrevo a decir mejores, bueno sí, mejores para mi porque entonces yo era una jovencita, con el título recién estrenado y con muchas ganas de trabajar, porque además tenía el gusto de ser una de las primeras mujeres en Mallorca que empezó a trabajar en un medio de enseñanza en que la mayoría del profesorado eran hombres y eso quieras que no, en una época en que el feminismo no era tan "amargo", tenía su punto. Los hombres me miraban con cara de "a ver esa chiquilla que me va a enseñar a mi ", y ¡ vaya si les enseñaba,! que al cabo de unas cuantas clases ya me decían que iban a apuntar a la mujer para que también les diera clases, porque preferían que les enseñara una mujer para que no fueran con un hombre, solas, en el coche.
Era a la chita callando, sin feminismos estridentes, como pude influir en las mujeres para que se independizaran, tuvieran sus propias ideas o por lo menos tuvieran elementos de juicio para contrastar con los maridos, porque ya no era necesario que las acompañaran a la compra, ni a recoger a los niños del colegio, incluso pudieron buscar trabajo más lejos.
La gente no iba con tantas prisas y las clases tanto teóricas como prácticas eran relajadas, divertidas y ¡baratas! a 125 pts.(0.75€) una hora de clase. ¡chist! ¡eh! y que con 100 pts (0.60€) tenía combustible para el SEAT 600, durante toda la semana. Como lo oís.
Incluso con los propios compañeros había mucha más comunicación porque mientras los alumnos hacían las maniobras, los profesores podíamos observarlos haciendo corro; os explico: el alumno en el examen estaba sólo en el coche en un recinto donde estaban señalizados con conos y palos las maniobras de estacionamiento, marcha atrás, callejón y rampa además de los 100m que consistía en una aceleración hasta conseguir meter tercera, reducir a 2ª y parar en la linea de detención de un Stop.
Por tanto los primeros días estábamos con los alumnos dentro del coche, pero en cuanto ya sabían manejarlo, les dejábamos y así ellos podían repasar las maniobras que más les costaba y los profes nos entreteníamos, era como cuando los niños jugaban en la calle que todas las madres vigilaban, pues igual nosotros, el profesor que estaba más cerca de un alumno le corregía aunque no fuera suyo.
El día del examen por la tarde todos los alumnos, aprobados o no, iban a la Autoescuela para la fiesta: los que habían aprobado juntaban entre todos pasteles, galletas, cava, lo que fuera y era enhorabuena para los aprobados y estímulo para los suspendidos, deseosos de a la semana siguiente ser ellos los protagonistas; se llegaban a hacer "vínculos de carnet" muy fuertes, luego otro día iban a enseñar el coche y con un "eh! sube y date una vuelta a ver que te parece", me ofrecían las llaves de su nueva adquisición un 600 de segunda o tercera mano, pero era "su coche" para ir con "su carnet" .
Ahora ya veo a los hijos de mis alumnos paseando a sus retoños y que bromeando me dicen "¿a qué hora tiene mi hijo la clase?".
No echo de menos el tiempo pasado, no volvería al pasado, pero sí me hacen falta el tipo de relaciones que en el pasado se podía tener con los alumnos.
En Calcuta hay chicos y chicas que aprenden, pero los profesores siguen siendo hombres.
Tampoco hay secretarias sino secretarios y por cierto creo que deberíamos valorar mucho más el trabajo que hacen, que a veces tratar con los alumnos y compatibilizar con los profesores tiene su punto .
1 comentario:
Me ha encantado ese relato sobre tus comienzos, y me he dado cuenta de nuevo de que casi cualquier trabajo puede ser bonito o satisfactorio si así lo queremos.
¡¡Buena contribución a la liberación de la mujer, Jero!
Besos
Luz
Publicar un comentario